La Inteligencia Natural se extiende por las redes

Publicado el 21 Dic 2016

José Manuel Armada, director de ingeniería de clientes de Interoute Iberia.

El titular no tiene segundas intenciones. En el mundo de las redes y los servicios TIC, hace tiempo que se observan dos tendencias claramente divergentes, obligadas, sin embargo, a entenderse por el elemento más convergente de la cadena: el usuario final.

Por una parte, los operadores de redes se resisten a ser considerados como meros transportistas de la información y a que los proveedores de servicios y contenidos en Internet utilicen las redes que ellos despliegan para obtener beneficios a su costa, sin lograr facturar más que por tres o cuatro servicios básicos al usuario final: la telefonía, el propio acceso a Internet fijo o móvil, y quizá ciertos contenidos de vídeo, como IPTV.

En el otro extremo, los proveedores que utilizan “Internet” como “tubería” para servir contenidos (los operadores Over-the-Top, OTT) alegan que si los usuarios se conectan a Internet es para acceder a los servicios que ellos proporcionan.

“Los operadores Over-the-Top (OTT) consideran que los usuarios realmente se conectan a la Red por los servicios que ellos proporcionan”.

Este debate de Neutralidad en la Red tiene importantes implicaciones económicas, legales y políticas, pero también tecnológicas y de proyección de futuro. Por razones técnicas, pero también legales y de protección de datos, los operadores de redes no disponen de información sobre la utilización que hacen los usuarios de los contenidos en el mundo abierto de Internet, solamente tienen datos sobre lo que transcurre dentro de sus redes.

Por ello, tratan de enriquecer los contenidos del jardín privado que han creado, pero no disponen de buena visibilidad para analizar tendencias del comportamiento del usuario fuera de él. Además, están obligados por su propia competencia a invertir y ofrecer servicios con un ancho de banda cada vez mayor, porque lo requieren esas aplicaciones que no ven, a un precio que no se multiplica en igual proporción que la inversión realizada y que se mantiene estable hace tiempo.

Los proveedores de servicios OTT, poseen los datos personales —proporcionados por los usuarios— y pueden monitorizar los hábitos de utilización de los servicios —por la propia naturaleza de sus plataformas— pero tampoco obtienen el control que desean sobre los usos que hacen los clientes fuera de sus aplicaciones, porque no gestionan la calidad de la red hasta el usuario final y porque también sufren las consecuencias de una red abierta con muchas posibilidades de elección y gustos que cambian constantemente. Por eso, participan en iniciativas junto con algunos operadores para proporcionar acceso a Internet a bajo coste o “gratuito” a sus plataformas, (que, en realidad, simplemente significa que no cuenta en la factura de datos) para construir otro jardín privado.

Su objetivo es, pues, que los usuarios se adhieran a su ecosistema, que incluye, en el caso de los proveedores más grandes, no sólo las aplicaciones, sino el control de los propios terminales: desde los navegadores, a los teléfonos móviles o tablets, u otros dispositivos hardware que se integran, como parte del Internet de las Cosas, en la domótica de las viviendas, que se controlan en muchos casos mediante la voz y que, por supuesto, también son programables, pero que no se entienden bien con la red.

En el mundo de las comunicaciones de empresa, también podemos aprovechar las nuevas redes de despliegue masivo de bajo coste que utilizan la fibra óptica (FTTx) o tecnologías híbridas de fibra y cable como HFC y DOCSIS para llegar al utilizador final del servicio, y que permiten a las empresas plantearse arquitecturas que hagan uso del ancho de banda abundante que ponen a su disposición esas tecnologías pensadas para el mundo residencial, pero que permiten a los operadores desarrollar servicios de empresa diferenciados dentro de su propia red, utilizando sólo el medio de acceso como transporte para llegar hasta el usuario.

También en el mundo de las redes móviles estamos observando cómo las barreras de la distancia o de las fronteras están desapareciendo con las medidas que impulsa la UE para la eliminación del roaming o la unificación del mercado de contenidos digitales. Las redes 4G/LTE, 5G e IEEE 802.11ac que pueden ser, técnicamente, una opción excelente para proporcionar servicios avanzados de ancho de banda abundante y baja latencia.

“En un mercado de operadores fragmentados, las medidas de eliminación del roaming o la unificación del mercado de contenidos digitales, en principio, favorecen principalmente a los proveedores de contenidos, pero no tiene por qué ser así”

Aparentemente, estas medidas regulatorias y políticas favorecen principalmente a los proveedores de contenidos y perjudican a los operadores de redes, tal y como muchos de ellos han expresado repetidamente, porque estos últimos siguen controlando sólo una parte de la cadena. Siguen invirtiendo en redes para facilitar el negocio a otros. Sin embargo, en este caso la tecnología de redes puede acudir en su ayuda.

Mediante la programabilidad de las redes de nueva generación (gracias a SDN y NFV), que es algo que sí gestionan los operadores, estos pueden ahora desplegar servicios extremo a extremo integrados no sólo de forma vertical —por ejemplo, la red con los servicios y aplicaciones cloud— sino también horizontal, extendiendo el servicio hasta el cliente final, empleando no sólo su propia red o la infraestructura alquilada a terceros, sino también la propia red “pública”, Internet, convirtiéndose de hecho en proveedores de contenidos OTT.

Para poder llevar a cabo esta tarea, falta desarrollar un terminal suficientemente inteligente que permita desplegar, mantener, enriquecer y evolucionar los servicios que se requieran por parte de los clientes en cada momento, incluyendo los que aún no se han inventado y que se integren en la red de forma homogénea, sin depender de la buena voluntad del ISP.

Algunos de estos contenidos pueden estar centralizados y solo requerirán garantizar una calidad del servicio percibido (o la experiencia de usuario) homogénea, aislándola a efectos prácticos de la tecnología de transporte utilizada en la red de acceso subyacente. Otros servicios deberán estar distribuidos, para cumplir requisitos técnicos o legales, pero deberán poder trasladarse o multiplicarse de forma virtual cuando sea necesario, copiando y pegando. Para eso estamos en un mundo digital.

La tecnología acude en nuestra ayuda también en este caso y tanto los equipos desplegados para dar servicio a usuarios residenciales (Set Top Box) como —y esta es la gran novedad— los que comienzan a utilizar las empresas (en forma de CPEs virtuales) para los servicios B2B, más la unión de las infraestructuras en la nube con la propia red, permiten al prestador de servicios evolucionar con la flexibilidad que permite el software, manteniendo el control sobre el medio de transporte y enriqueciendo su catálogo.

“La amenaza se puede convertir en oportunidad. El ancho de banda abundante y la programabilidad de la red permiten a los operadores extender los servicios más allá de su red”

Ha llegado la segunda oleada de convergencia de los servicios TIC gracias a la convergencia de las propias infraestructuras de acceso. Y la amenaza se puede convertir en oportunidad si se tiene la visión de futuro necesaria y se sabe elegir los socios adecuados, porque este mundo de la tecnología es cada vez más complejo y cambiante y por ello no conviene estar solo.

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José Manuel Armada

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