El reto de las telcos recuperar la confianza

Durante los últimos meses hemos asistido a un continuo goteo de escándalos financieros protagonizados por directivos de grandes empresas, muchas de ellas relacionadas con el mundo de las telecomunicaciones.

Publicado el 13 Dic 2002

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En las ltimas dcadas hemos podido comprobar que los directivos de las grandes corporaciones disfrutaban de un poder absoluto para hacer y deshacer a su antojo. Ahora parece que el modelo empieza a cambiar y se piensa en otras frmulas de direccin.

Para ello, se ha decidido la creacin de una fuerza especial contra el fraude, duplicar las penas de prisin para los ejecutivos acusados de fraude corporativo, permitir que la Comisin del Mercado de Valores congele ingresos sospechosos de ejecutivos de empresas que estn siendo investigadas, prohibir a las empresas que otorguen crditos a sus directivos, exigir a los ejecutivos que informen de manera muy clara de los acuerdos de compensacin firmados con sus empresas, prohibir que los ejecutivos responsables de escndalos financieros puedan volver a tener responsabilidades directas en otras empresas, garantizar una mayor independencia de los analistas financieros, mantener a los accionistas informados con una periodicidad mxima de tres meses sobre la evolucin de la empresa y convertir en delito criminal la destruccin de documentos y otras formas de obstruccin de la justicia.

America OnLine, el gigante de los medios de comunicacin y entretenimiento, tambin ha tenido su racin de mala prensa. Robert Pittman, vicepresidente y responsable del negocio de Internet, tuvo que dimitir tras saberse que AOL Time Warner haba cambiado los ingresos de una divisin a otra para fomentar sus negocios de Internet. Esto permiti a la firma presentar unos resultados mucho mejores que los reales.

AOL quiso quitar hierro a estas revelaciones con el argumento de que los 270 millones contabilizados de un modo poco convencional no son ms que una cifra microscpica en una firma que factur 38.000 millones de dlares durante 2001.

Otra que ha dado que hablar en los ltimos tiempos es la telefnica estadounidense Qwest. Desde hace varios meses, la Comisin del Mercado de Valores de Estados Unidos (SEC) abri una investigacin por presuntos problemas en su contabilidad, decisin con la cual la operadora no se mostr de acuerdo al considerar que sus cuentas son correctas. Qwest anunci su plena colaboracin con las autoridades. A estas investigaciones y escndalos, se unen los relacionados con otras compaas como Global Crossing, BellSouth, Xerox, Tyco, Merx o la farmacutica Bristol-Myers.

Por si fuera poco, para agravar la crisis de confianza en la honorabilidad de los dirigentes empresariales, las autoridades polticas llamadas a convertirse en la referencia moral de un pas como Estados Unidos, donde se han producido la inmensa mayora de los escndalos, estn involucradas en operaciones dudosas en su etapa como dirigentes empresariales. A Bush se le ha acusado de contar con informacin privilegiada para vender unas acciones cuando su padre era presidente de Estados Unidos. Por su parte, Cheney ha sido acusado en las ltimas semanas de haber vendido acciones de su compaa por valor de 18 millones de dlares justo antes de que stas perdiesen valor.

Los escndalos conocidos hasta el momento han dejado muy claro que, para ciertos gestores, la mxima preocupacin era maquillar los resultados de sus empresas, para mantener la aparente buena salud de sus compaas, mediante el expeditivo sistema de alterar los balances.

En muchos casos el objetivo de su gestin no era conseguir bienes y servicios de calidad a unos precios justos y ajustados, sino lograr una cotizacin al alza en la Bolsa.

Sin lugar a dudas, la madre de todos los escndalos ha estado protagonizada por WorldCom, que el pasado mes de julio no tuvo ms remedio que declarase en quiebra, despus de que su situacin financiera se hiciese insostenible por una mezcla de mala gestin y de bsqueda de beneficios personales de parte de sus principales dirigentes. Muy pocas semanas antes, en abril, el presidente y fundador de la firma, Bernard Ebbers, haba sido despedido por su mala gestin y, aparentemente, poca honestidad empresarial.

Ebbers abandon la compaa nada ms conocerse las primeras anomalas contables. El directivo no se haba conformado con maquillar las cuentas, sino que pidi dinero prestado a WorldCom para hacer frente a las prdidas que su cartera de valores haba ido acumulando durante los ltimos aos. As, el directivo se embols la nada despreciable cantidad de 366 millones de dlares en crditos y garantas de los mismos que nunca lleg devolver.

El caso de WorldCom es sintomtico porque hasta hace unos meses era una de las nias bonitas de Wall Street. La historia de esta firma nace de finales de los aos ochenta cuando Bernard Ebbers vio una buena oportunidad en el desmantelamiento del monopolio telefnico en Estados Unidos. Ebbers dej la gestin hotelera y adquiri una pequea compaa telefnica local en Mississippi. Esta operacin se convirti en una excelente plataforma para una desbocada carrera en la que engull ms de medio centenar de compaas, convirtiendo a WorldCom en la segunda empresa de telefona del pas.

La firma consigui dar servicio a clientes de 60 pases y ofrecer soporte con sus redes al 70 por ciento del trfico de correo electrnico que circulaba en EEUU. El cuento de hadas termin con el abrupto fin de la fiebre especulativa por Internet. WorldCom, igual que otras compaas telefnicas, se encontr con un inasumible exceso de capacidad para la escasa demanda que generaba el mercado. Los nmeros no cuadraban y Scott Sullivan, el genio financiero que ayud a Ebbers a crear su imperio con activos por valor de ms de 100.000 millones de dlares, opt por ocultar unos resultados inaceptables. No recurri, como haba hecho Enron a la creacin de sociedades paralelas, sino que se limit a contabilizar como inversiones de capital lo que eran simples gastos. Un truco tan burdo y elemental que resulta difcil entender cmo pudo pasar desapercibido a los ojos de los auditores de sus cuentas.

La llamada contabilidad creativa tambin ha hecho sus estragos en Europa. El nmero uno en este ranking hay que buscarlo en Suiza, un lugar donde parece imposible que pasen estas cosas. Sin embargo, este pas, tradicionalmente caracterizado por su opacidad financiera, qued convulsionado en febrero pasado cuando tuvo noticias de que Percy Barnevik , ex presidente del grupo helvtico-sueco ABB, se haba embolsado 100 millones de euros en concepto de plan de jubilacin tras abandonar su puesto y coincidiendo con las primeras prdidas registradas por la compaa en su larga historia, cifradas en 691 millones de euros.

Barnevik haba estampado meses antes su firma en un documento que dej en la calle a 12.000 trabajadores de la compaa. Afortunadamente, en esta ocasin, y ante la dimensin escandalosa que haba alcanzado el caso y a instancias del Consejo de Administracin, el directivo no tuvo ms remedio que devolver la cantidad percibida.

En Alemania tambin ha cambiado recientemente el mximo responsable de su principal operadora telefnica. Ron Sommer dimiti de su puesto acuciado por las deudas de la compaa y la presin de accionistas y polticos. La empresa iba mal, pero lo que de verdad le cost el puesto fue que Alemania estaba en plena precampaa electoral. Deutsche Telekom est controlada accionarialmente por el Gobierno y tres millones de accionistas descontentos equivalan a tres millones de votos perdidos o por conseguir. Le sustituy Helmut Sihler.

Tampoco est en sus horas ms altas el ex-presidente de Vivendi Universal, Jean Marie Messier, quien est en el punto de mira de la justicia. Varios accionistas estadounidenses le han demandado responsabilizndole de haberlos inducido a equivocarse sobre la situacin financiera del grupo. En realidad se le acusa de haber provocado que el precio de las acciones se inflase artificialmente. Messier tuvo que dimitir y es posible que est arruinado porque haba pedido prestamos para comprar unas acciones de la compaa que ahora estn por los suelos. Sin embargo, no parece que vaya a tener problemas para llegar a fin de mes porque se habla de que, para dejar el cargo, consigui una indemnizacin de nada ms y nada menos que 18 millones de euros.

Tampoco debemos olvidarnos de Espaa, donde durante varios aos hemos tenido un claro ejemplo de esa economa que buscaba el beneficio del accionista y, por aadidura, el suyo propio, sin reparar en las futuras posibles consecuencias que eso supondra para las compaas.

Juan Villalonga, anterior presidente de Telefnica, hizo bandera del lema crear valor para el accionista, a la vez que multiplicaba su fortuna personal. En poco ms de tres aos consigui hacerse multimillonario y, por si fuera poco, al salir de la compaa logr una liquidacin tambin millonaria.

Pero esto ocurri hace ms de un ao y, en teora, agua pasada no mueve molino. Hoy por hoy, varias grandes empresas espaolas se encuentran atrapadas en inversiones hechas a los llamados precios de burbuja tecnolgica y que ahora muestran su peor cara.

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Redacción RedesTelecom

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