Llamándose CajaMar la entidad bancaria tenía que estar ubicada necesariamente en tierras bañadas por aguas mediterráneas; bajo dicha denominación se ha consolidado una de las fusiones financieras más fundamentadas y con una base más sólida de las llevadas a cabo en nuestro país en los últimos tiempos.
Se trata de la unión de la Caja Rural de Almería y la Caja Rural de Málaga, que se inició hace ahora exactamente un año, en mayo de 2000, aunque la fusión tecnológica real se produjo el 22 de noviembre de ese mismo año, como nos matiza Juan Barroso Abad, gerente de EuroVía Sistemas, empresa perteneciente a la firma financiera.
El nacimiento de CajaMar se debió a la fuerte sinergia existente entre ambas Cajas y al deseo mutuo de sacar mayor partido de la posición privilegiada que tenían por separado, amén del envidiable primer puesto en el ranking de Cajas rurales de nuestro país del que ya gozaba desde hace años la Rural almeriense.
Una vez confirmado el matrimonio económico, el segundo paso fue elegir el nombre adecuado, operación nada sencilla, al tener que conjugar la implantación de ambas Cajas en sus respectivos entornos, con la mayor dimensión geográfica que cobraba y la fuerte apuesta por la expansión de sectores y territorios. hubo que buscar una denominación en la que confluyeran todos estos aspectos y que fuera común al espíritu de ambas cajas. Finalmente, nos decantamos por CajaMar y planteamos el lanzamiento de nuestra nueva marca comercial en torno al elemento unificador, el mar, explica Barroso.
El otro punto a destacar es su fortalecimiento económico, apuntado por Barroso cuando indica que antes de la fusión, en el ranking de Cajas, la de Almería estaba en el primer puesto y tras la operación de CajaMar continúa en cabeza pero aumenta la distancia con respecto a la segunda posición. Digamos que ahora pasamos claramente a ser una entidad financiera de tamaño medio, con un plan de expansión muy fuerte. No en vano su intención es duplicar el volumen de negocio en cuatro años.
Como era de suponer, un proyecto de tanta envergadura implicaba disponer de un fuerte sistema informático que le respaldase, es aquí donde entra a jugar su papel el Grupo EuroVía, que vio la luz en 1999 como EuroVía Informática, como apoyo a los servicios informáticos de la Caja y a las empresas de su ámbito de actuación, era una empresa de Caja Rural de Almería cuyo cometido era ofrecer servicios de microinformática y gestión de compras y, que en septiembre de 2000, recibe un impulso mayor pasando a convertirse en el Grupo EuroVía y ocupándose de todo el área informática de la entidad financiera de modo externo, recuerda Barroso.
La estrategia de Almería se aplica después a CajaMar, debido en parte a que en Málaga no tenían un sistema informático propio y éste era proporcionado por la empresa Rural Servicios Informáticos o RSI. Finalmente se externalizan los servicios de tecnología y de compra, la parte de mantenimiento y la gestión de recursos humanos.
El cuartel general del Grupo EuroVía se encuentra en la Plaza de Barcelona de Almería donde hay dos edificios anexos separados por una distancia de 100 metros. El segundo surgió originariamente como ampliación del inicial, pero con la creación de CajaMar se aprovecha la nueva construcción para dar cabida a sistemas de redundancia. Desde hacia tres años estábamos buscando entornos de misión crítica que fueran redundantes y que estuvieran en ubicaciones físicas diferentes y la fusión supuso el momento idóneo para llevar a la práctica esta idea, recuerda Barroso.
Los edificios de Almería tienen servicios diferentes, pero los sistemas críticos están separados y duplicados, de modo que en caso de que se produzca un fallo en uno de los dos centros, el otro asume las operaciones de ambos. Además hay un tercer centro de apoyo en Madrid, de manera que el segundo edificio actúa como un respaldo en caliente y el de Madrid como un respaldo en frío.
Tan importante como sus centros informáticos es su sistema de almacenamiento que también cuenta con su propia historia.
La Caja Rural de Almería originariamente se valía de un modelo Symmetrix 3430 de EMC para almacenar sus datos con una capacidad de 500 Gigas. Cuando este sistema se quedó pequeño, explica Barroso, nos decidimos por adquirir el sistema XP256 de HP tras unas comparativas de rendimiento entre funcionalidades.
Hicimos un análisis de ambos equipos, confirma Barroso, en cuanto a características técnicas se buscaba seguridad y rendimiento. Pero fue el tema de soporte el que volcó la balanza ante dos equipos a priori igual de buenos. De hecho una distinción fundamental fue que con HP cerramos un contrato sobre soporte técnico basado en medidas de tipo preventivo, mientras que el acuerdo con EMC, por lo menos durante esas fechas, era de tipo reactivo, básicamente.
Luego, para sorpresa nuestra, continúa Barroso, cuando arrancamos en producción el rendimiento del XP256 se vio que era bastante mejor que el valorado en la fase de pruebas. Ganábamos entre la mitad y un tercio de los tiempos que teníamos antes en rendimiento. Otro de los puntos a tener en cuenta es la sencillez de implementación de algunas de las funcionalidades, que nosotros pensábamos que era complejo, apunta Barroso, y que resultó sencillo, como disponer de copias espejo en remoto.
Después de la fusión, CajaMar adquiere el segundo subsistema de discos XP en el año 2000 y lo configura como un sistema redundante.
Entonces, la firma relega el antiguo Symmetrix 3430 que pasa a desempeñar otras funciones en un centro de formación y trabaja con los dos XP256 que le proporcionan una capacidad de 833 Gigas. Con ellos almacena un volumen de datos que se reparte en un 50 por ciento en negocio de cuentas, un 30 por ciento en servicios de medios de pago y el 20 por ciento restante en aplicaciones de gestión interna.
Ahora la vista está puesta en el futuro más inmediato que pasa por aprovechar al máximo el rendimiento de estos sistemas, que tienen gran escalabilidad todavía, sentencia Barroso, pero hay nuevos planes de almacenamiento en la plataforma de Windows y de Intel, que son las que soportan los procesos de ofimática y los servidores de ficheros, respectivamente. Y todavía no sabemos si queremos sistemas de la envergadura de los XP256 o decantarnos por otros de rango medio, como los VA7100, porque los fabricantes han sacado sistemas similares a los de gama alta pero en rango inferior que disponen de funcionalidades similares aún coste intermedio.
El otro proyecto se dirige a la Web, donde el almacenamiento es interno, basado en DAS y está pidiendo a gritos ser renovado, porque las aplicaciones del entorno Windows han crecido y hay algunas con alto nivel de criticidad y con DAS nos la estamos jugando ya que en caso de avería, los tiempos de reparación son costosos, apostilla Barroso.
No hay que olvidar que esta Caja presta servicios a través de Internet desde septiembre de 1996 y cuenta con un servicio muy desarrollado que suple al de ventanilla y descarga las tareas de oficina, puntualiza.




