A finales de octubre, las principales empresas de telecomunicaciones de Europa publicaron una carta abierta a la presidenta Von der Leyen para expresar su profunda preocupación por el hecho de que “las audaces reformas que se necesitan con urgencia para garantizar el futuro digital de Europa se vean amenazadas por las acciones lentas y tímidas”. Vamos, que pedían que se dieran prisa en acometer lo prometido.
Argumentaban que había pasado casi un año desde que se constituyó la Comisión con el objetivo de restaurar la competitividad de Europa, conocedores de que la digitalización y la conectividad desempeñaban y desempeñan un papel crucial en esta tarea. Aunque alaban el impulso para la reforma, temen que la resistencia al cambio dé al traste con sus planes. “La realidad actual es que Europa, que antes lideraba, ahora va a la zaga de otros mercados importantes en muchos aspectos, desde el crecimiento económico hasta la seguridad y el fomento de la innovación”, remarcaban en la misiva. De hecho, alegan que con reformas que propician la inversión, “nuestras empresas están listas para dar un paso adelante y están convencidas de que podemos atraer aún más inversiones”.
Sin embargo, a estas alturas del año, las medidas siguen sin concretarse y las telco europeas no sólo piden inmediatez en su puesta en marcha, sino también que se lleve a cabo “con el más alto nivel de ambición”.
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Pérdida de liderazgo
En la carta subrayan que las principales economías del mundo dependen de infraestructuras digitales líderes. Asia y Estados Unidos han combinado capital masivo y escala para liderar el camino. Mientras que, durante años, Europa ha optado por la fragmentación y las políticas destructivas de valores. “El resultado es la pérdida del liderazgo en conectividad y amenazas reales para la futura competitividad y seguridad digital de Europa”, destacan.
Y para muestra un botón. Sólo el 2% de los europeos se conectan a redes 5G SA, en comparación con una cuarta parte de los estadounidenses y más del 77% en China. Ya se están perdiendo enormes oportunidades, tanto económicas como sociales, especialmente para obtener el máximo valor de los datos industriales y explorar el verdadero potencial de la IA.
Sobre este particular, sostiene que, dado que el 84% de todas las conexiones mundiales a Internet tuvieron lugar a través de dispositivos móviles el año pasado, se debe priorizar la necesidad de redes independientes 5G para garantizar la competitividad de Europa. Las potencias industriales de Europa, desde la automoción hasta la tecnología financiera, pueden llegar pronto a parecerse a castillos de naipes sin conectividad para explorar, escalar y explotar nuevos servicios. “Su Comisión tiene el poder de ayudar a invertir esta tendencia”, suscriben.
DNA, ya
“Es por eso que la Ley de Redes Digitales (DNA) es una oportunidad crucial. La soberanía, la seguridad y la capacidad de Europa para proteger sus valores dependen de que la Comisión cumpla su promesa de una reforma seria”.
No obstante, ofrecer y mantener una infraestructura digital líder en el mundo no es barato: los operadores de redes móviles en Europa han invertido más de 500.000 millones de euros en la última década en el despliegue de 5G, con operaciones en curso. “Pero la escala importa”, matizan. Y es que Europa tiene más de 100 operadores móviles, en 27 países; “a menos que la Comisión tome medidas audaces con una intención claramente declarada de abordar la necesidad de escala, las industrias europeas seguirán careciendo de la fuerza para invertir al mismo ritmo que sus competidores en los Estados Unidos, Asia y otros mercados”.
Así pues, para que las principales empresas europeas compitan a nivel mundial, una infraestructura con poca inversión es una barrera estructural para una conectividad y computación seguras, resilientes y de alta calidad que se necesitan en todas las industrias, como la movilidad, la energía o la Industria 4.0. “Por lo tanto, un marco regulador ambicioso y con visión de futuro es fundamental para la lucha de Europa por volver a ser un lugar atractivo para la inversión”.
Ante este panorama, alienta a que la Comisión Europea actúe con audacia, con un marco regulador muy simplificado que “aumente las capacidades de inversión para todos los sectores industriales en el contexto de la comunicación y la computación”. La oportunidad no se puede perder, pero se debe actuar ya.










