opinión

La IA como infraestructura estratégica para la empresa conectada



Dirección copiada

Fabiola Pérez, CEO de MIOTI Tech & Business School 

Publicado el 14 nov 2025



Fabiola Pérez, CEO de MIOTI Tech & Business School
Fabiola Pérez, CEO de MIOTI Tech & Business School

¿Sabías que solo el 5% de los pilotos de Inteligencia Artificial logran aportar valor económico real en las empresas?  Las cifras hablan por sí solas. El crecimiento de la inversión en IA en el sector tecnológico ha superado el 30% anual durante los últimos tres años, pero la mayoría de las empresas aún no logra traducir esa inversión en impacto medible. La brecha no está en la tecnología, sino en la estructura organizativa que la sostiene.

En el caso de las telecomunicaciones, este reto adquiere una dimensión crítica. La calidad de los datos es el equivalente a la calidad del servicio: debe ser en tiempo real, trazable y sin margen para la improvisación. Una red que no dispone de telemetría precisa o de un sistema automatizado de respuesta no solo pierde eficiencia, sino también confianza. En este sector no hay tiempo para la revisión manual ni para la corrección a posteriori, la automatización es la única manera de sostener la operación y proteger la experiencia del usuario.

Esa automatización, sin embargo, no es ciega. Se apoya en una infraestructura capaz de gestionar cargas dinámicas de información, distribuir pesos y priorizar procesos según el contexto. La IA permite pasar de una inteligencia reactiva a una inteligencia operacional, capaz de aprender de los datos y anticiparse a los fallos antes de que ocurran. Automatizar sin propósito es como construir autopistas sin destino, hace falta una dirección clara.

Para llevar a cabo una incorporación responsable y alineada con los ideales de la empresa, es necesario empezar con el por qué, no con el cómo. Antes de incorporar Inteligencia Artificial hay que saber qué sentido se le quiere dar. Reducir tiempos de respuesta, mejorar la conversión, resolver problemas o distribuir tareas son aspectos a tener en cuenta. Cuando ponemos un objetivo concreto con un propósito definido, el discurso cambia. Pasamos de una inspiración difusa a una estrategia medible, con plazos, métricas y una comprensión real de los riesgos.

Precisamente, en este área la IA ya se está aplicando en múltiples áreas que ejemplifican bien esta infraestructura viva y conectada. La Inteligencia Artificial ha comenzado a transformar la gestión de la calidad del servicio (QoS) en redes heterogéneas, analizando datos en tiempo real para ajustar automáticamente configuraciones y mantener la consistencia del servicio. También impulsa la personalización de servicios mediante sistemas de recomendación que ofrecen paquetes ajustados al uso y preferencias del cliente, y mejora la planificación de cobertura gracias al análisis de datos geoespaciales que optimizan la ubicación de antenas. Estos casos prácticos ilustran cómo la IA puede resolver problemas reales, desde la congestión hasta la satisfacción del cliente, y convertir datos en decisiones. Es decir, la IA está pasando de ser un proyecto de innovación a convertirse en el sistema nervioso de las empresas conectadas.

La convergencia entre IA, edge computing y 5G está redefiniendo la forma en que las redes se gestionan, optimizan y aprenden de manera autónoma. En paralelo, la IA refuerza la seguridad y la continuidad de los servicios. Los algoritmos de detección de anomalías permiten anticipar fraudes en las comunicaciones, predecir fallos de infraestructura o incluso optimizar las redes redirigiendo el tráfico en áreas congestionadas. Además, los sistemas de procesamiento del lenguaje natural ya se utilizan para mejorar la experiencia del cliente a través de chatbots inteligentes capaces de escalar incidencias y ofrecer respuestas inmediatas, integrando la automatización con la atención humana. Se utiliza, por ejemplo, para automatizar la organización de documentos aplicando algoritmos de clasificación como Random Forest o SVM; o para detectar actividades sospechosas en la red mediante modelos de detección de anomalías como Isolation Forest. También permite mejorar la eficiencia en entregas logísticas con algoritmos de optimización o identificar objetos en vídeo con redes neuronales convolucionales. Estos casos muestran cómo la automatización inteligente actúa ya como la capa operativa de la red y del negocio.

Aquí, el valor no está en sustituir personas, sino en liberar tiempo para que las personas se centren en tareas de mayor valor.

Estos ejemplos, presentes en el ecosistema de las telecomunicaciones, reflejan el papel de la IA como infraestructura estratégica: un sistema que no solo automatiza, sino que aprende, predice y optimiza de forma continua. La IA funciona como la nueva capa operativa.


En el mundo empresarial actual, ninguna compañía puede crecer e incorporar IA sin una estructura organizativa sólida. La coordinación entre equipos es fundamental para que la tecnología, los datos y la seguridad trabajen al servicio del negocio, y no el negocio al servicio de ellos. Un “equipo plataforma” es el encargado de desarrollar y mantener las capacidades comunes que sostienen toda la organización.

Solo cuando la cultura empresarial y la arquitectura tecnológica avanzan al mismo ritmo, la IA puede integrarse con éxito. La transparencia, el aprendizaje continuo y el enfoque en el cliente son las condiciones que hacen posible escalar la inteligencia de una organización.

Por ello, es fundamental contar con una fase de producción donde se puedan probar prototipos reales, medir resultados y diseñar un plan que cumpla con todos los objetivos y criterios establecidos. La observabilidad se ha convertido en el escudo frente a los imprevistos: supervisar de principio a fin es la única forma de proteger la reputación y la confianza.

Al final, si alguien quiere empezar mañana a implementar IA en su empresa, tiene que identificar un problema real y urgente, organizar los datos, formar un equipo pequeño y capacitado, diseñar una experiencia de valor, desplegar con seguridad y medir sin autoengaños. Después, repetir el ciclo hasta convertir la IA en una capacidad confiable y tangible, capaz de sostener la conectividad, la seguridad y la eficiencia que definen al sector de las telecomunicaciones.

Artículos relacionados