Más de la mitad de la plantilla se mantiene pendiente del correo o las llamadas fuera del horario laboral. Tres de cada diez trabajadores reconoce que, aun sin notificaciones, el trabajo sigue en su cabeza, un fenómeno conocido como “stresslaxing” que impide el descanso real. Este estado de alerta erosiona el tiempo libre y deteriora la calidad del sueño.
La responsabilidad marca diferencias. El 79% de los integrantes de consejos de administración y el 72% de los mandos intermedios atiende asuntos laborales en pleno permiso. Entre autónomos la cifra se sitúa en el 78%. Vacaciones y fines de semana dejan de ser espacios protegidos y se convierten en una prolongación de la oficina.
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Impacto en la salud de lo trabajadores
La conexión continua tiene reflejo sanitario. Dos de cada cinco trabajadores ha sufrido algún problema de salud mental en los últimos doce meses. De ellos, un 28% lo vincula directamente al trabajo, el doble que en 2021. La sobrecarga de tareas concentra el 64% de las menciones como causa principal, seguida de la falta de desconexión digital.
Enfermeros, médicos, personal turístico y abogados figuran entre los perfiles que más dificultades encuentran para separarse de la actividad profesional. Jornadas extensas, atención continuada y plazos estrictos les obligan a mantener sus dispositivos operativos. La presión se replica en marketing y medios, sectores expuestos a la actualidad constante.
Las consecuencias rebasan la esfera individual. El estrés crónico y el síndrome de burnout se extienden como riesgos para la productividad y la estabilidad de los equipos. Expertos en prevención laboral advierten de costes crecientes por bajas y rotación.
Responsabilidad empresarial
La ley reconoce el derecho a la desconexión desde 2018, pero dos de cada tres trabajadores afirma que su empresa no aplica medidas efectivas. El resultado es una cultura de disponibilidad total que difumina las barreras entre vida privada y empleo.
InfoJobs propone acciones como fijar horarios de cierre, silenciar notificaciones y reservar tiempo de ocio. Su adopción depende de la voluntad corporativa y de la negociación colectiva. En paralelo, sindicatos reclaman protocolos cuando la carga excede límites razonables.
Dentro de la organización, los directivos deciden sobre plazos y distribución de tareas. Su ejemplo resulta determinante. Si la cúpula responde correos al amanecer, el resto asume que la jornada nunca termina. Por eso, los especialistas insisten en que la desconexión debe integrarse como indicador de rendimiento y no como privilegio.
El debate gana fuerza en pleno verano. España encadena campañas récord de turismo y el sector absorbe horas extra sin compensación. Mientras, la digitalización permite llevar la oficina en el bolsillo. Sin una estrategia clara, la economía corre el riesgo de normalizar jornadas difusas y fatiga continuada.
