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MCP: La IA sí te va a quitar el trabajo



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Aitor Pastor y Daniel Blázquez, CEO y CTO de DISIA

Publicado el 9 may 2025



Aitor Pastor (CEO de DISIA) y Daniel Blázquez (CTO de DISIA)
Aitor Pastor (CEO de DISIA) y Daniel Blázquez (CTO de DISIA)

¿Recuerdas la época en la que cada móvil tenía su propio cargador, con una forma única e intransferible? Si perdías el cargador de tu Nokia, más te valía encontrar exactamente ese modelo o resignarte a un pisapapeles de lujo. Pues bien, algo similar ocurría hasta hace poco en el mundo de la inteligencia artificial.

Conectar un agente de IA con diferentes servicios no era una tarea muy difícil, era extremadamente tediosa: un servicio necesitaba una conexión específica para acceder a bases de datos, otro requería un código distinto para llamar a una API, y ni hablemos de establecer comunicación entre diferentes modelos de IA. Cada función exigía un enfoque completamente diferente. Esta fragmentación no solo ralentizaba el desarrollo, sino que convertía la escalabilidad en un sueño lejano.

Entonces llegó Anthropic con una solución tan elegante como práctica: el Protocolo de Contexto de Modelo (MCP). Si el USB tipo C revolucionó nuestros dispositivos electrónicos, el MCP está haciendo lo mismo con la inteligencia artificial. Es un protocolo universal que permite conectar cualquier modelo o servicio inteligente, sin importar quién lo haya creado.

La historia podría haberse quedado en una curiosidad para círculos especializados, pero algo inesperado sucedió: OpenAI, uno de los gigantes del sector conocido por su hermetismo, anunció que adoptaría el MCP inmediatamente. Fue como si Apple de repente decidiera cambiar a un nuevo sistema operativo anunciado por Samsung. El impacto fue inmediato y causó un claro efecto dominó.

Cientos de desarrolladores comenzaron a adaptar servicios al MCP como GitHub, Docker, Google Maps… las plataformas más importantes se sumaron rápidamente a este nuevo estándar.

Antes del MCP, si querías conectar GPT-4 a tu CRM, necesitabas construir y mantener un código tan frágil como un castillo de naipes. Una simple update de las librerías o el lanzamiento de un nuevo modelo como el o3-mini podía echar a perder semanas de trabajo.

Ahora los agentes descubren y enumeran las herramientas disponibles. Deciden cuándo necesitan contexto, lo reciben ya estructurado y ejecutan acciones confirmadas por el servidor. Esto habilita arquitecturas en las que varios agentes comparten estado sin perder trazabilidad. La consecuencia: agentes capaces de abrir incidencias, generar código, lanzar pull requests o actualizar dashboards empresariales sin intervención humana.

La consecuencia más visible ha sido una aceleración vertiginosa en el desarrollo de aplicaciones inteligentes. Según Google, incorporar el MCP en servicios como VertexAI ha reducido el tiempo de integración de varias semanas a apenas unas horas. Pero hay algo aún más interesante en el horizonte: sistemas que orquesten múltiples modelos de diferentes proveedores.

Todos sabemos que algunos modelos son brillantes en ciertas tareas mientras que otros destacan en áreas diferentes. Hasta ahora, los ingenieros tendían a quedarse con un único modelo por simple practicidad. Cambiar de proveedor era como cambiar de sistema operativo: técnicamente posible, pero nadie quería pasar por esa odisea. Con el MCP, cambiar de modelo es cuestión de segundos. Esto abre la puerta a modelos hiper especializados trabajando en conjunto.

Imagina una empresa con un producto crítico para su negocio. Sus desarrolladores han implementado un sistema de logs tan detallado que, aunque en teoría es extremadamente útil, en la práctica resulta imposible de analizar incluso con sistemas de monitorización sofisticados como Grafana.

Gracias al MCP, es posible crear un flujo donde un modelo de razonamiento analiza constantemente los logs para detectar incidencias, mientras que un modelo de Machine Learning predice problemas futuros. Estos modelos pueden conectarse automáticamente a la base de datos, crear tickets en Jira especificando el problema y notificar por Slack al responsable correspondiente. Todo esto sin escribir una sola línea de código de integración.

Si este primer ejemplo te parece simple, te propongo el siguiente.

Piensa ahora, en un hospital donde el quirófano se convierte en un cerebro colectivo. Mientras un modelo de visión identifica microhemorragias en la imagen endoscópica, otro calcula dosis en tiempo real según los signos vitales y un tercero actualiza el historial del paciente en el ERP sanitario. El bisturí robotizado no se mueve hasta que los tres paneles verdes confirman la acción, y todo el flujo está interconectado por MCP sin que ningún ingeniero escriba una línea de glue-code, creando una sinfonía quirúrgica digna de ciencia ficción.

El MCP no es solo un protocolo más. Es el principio de una nueva era donde la inteligencia artificial finalmente puede desplegar todo su potencial sin verse limitada por las barreras técnicas de la integración. Como el USB tipo C en su momento, está destinado a convertirse en el estándar universal del mundo de la IA.

Y lo mejor de todo: esta revolución acaba de empezar. Las posibilidades que se abren son tan vastas que aún estamos descubriendo todo lo que podremos hacer. Pero una cosa está clara: el futuro de la IA será interconectado, universal y, gracias al MCP, sorprendentemente simple de implementar.

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