Telefónica ha decidido cambiar de estrategia y abandonar la hostilidad que venía mostrando con el Gobierno para dar paso a una postura más comunicativa, que le permita conseguir sus objetivos y mejorar sus relaciones con el Ejecutivo.
Y es que Cesar Alierta ha comprobado que la postura adoptada en el pasado por su antecesor Juan Villalonga, y que le llevó a acumular un buen número de demandas, no es la más acertada.
El directivo espera beneficiarse de esta nueva actitud y confía en que el Gobierno apoye su postura y no haga caso al requerimiento de revisión de tarifas que Bruselas remitió al Ejecutivo en agosto, y que debe ser contestado a fin de mes.
De esta forma, Alierta prevé que el Gobierno rechace esta revisión con el principal argumento de que Telefónica, la potencial interesada, está de acuerdo con el actual sistema de tarifas pactado en mayo y vigente hasta 2003, y que está basado en una subida escalonada de la cuota de abono desde las 1.842 pesetas actuales (11,07 euros) a 1.942 pesetas (11,67 euros) en enero de 2002 y de 2.100 pesetas (12,62 euros) en 2003. Este sistema tarifario no ha sido aceptado por Bruselas, que pide un acortamiento de los plazos para el aumento de la cuota, a cambio de una rebaja del precio de las llamadas.
Sea como sea, Telefónica parece que contará con el Gobierno como principal aliado para conseguir sus objetivos, que por otro lado, ya empiezan a materializarse.
Así por ejemplo, Telefónica se ha visto liberada de sus compromisos de inversión en la telefonía por cable, un proyecto que la operadora abandonó para optar por otras tecnologías como el ADSL. Asimismo, ha conseguido que la CMT suavice sus exigencias en torno a las medidas cautelares que impuso a Telefónica para permitirle comercializar directamente el ADSL.
