El apagón que vivió España a finales de abril nos hizo darnos cuenta de la importancia de la resiliencia de la infraestructura distribuida para soportar los negocios y la digitalización de la sociedad. Así lo reconoció Ivo Ivanov, CEO de DE-CIX, durante el almuerzo organizado con la prensa especializada para presentar el Informe Anual 2024 de interconexión de la compañía.
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Consolidación de la Península Ibérica como hub digital
Uno de los datos que destaca este informe es que la Península Ibérica se ha consolidado como hub digital con más de 700 redes conectadas y Madrid en particular, con 7,7 terabits de capacidad conectada, un pico de tráfico de 1,5 Tbit/s, un aumento del 16% en puertos 100 GE y 226 redes conectadas a finales de 2024, se confirma como el corazón del ecosistema de interconexión del sur de Europa. Por su parte, Barcelona creció casi un 20% en capacidad y un 30% en tráfico en horas punta, con 47 redes conectadas.
En cuanto a la compañía, DE-CIX cerró 2024 con más de 4.000 redes conectadas a nivel global (+10% vs 2023), 170 terabits de capacidad de cliente (+20%) y un pico de tráfico global cercano a los 25 Tbit/s (+11%). Mientras que los ingresos globales crecieron un 8,3% hasta los 68,6 millones de euros. Tras añadir cinco nuevos IX durante 2024 y anunciar su entrada en el mercado brasileño, está hoy presente en 60 mercados de cinco continentes, mientras se prepara para la celebración de su 30º aniversario el 26 de junio de 2025.
Conectividad en el espacio
Durante su intervención, el directivo adelantó las perspectivas de futuro en el mundo de las redes. En este sentido, indicó que el espacio exterior puede convertirse en la próxima frontera para la innovación digital. De hecho, DE-CIX quiere estar presente en esa “carrera espacial” llevando la conectividad al espacio, de ahí su ambicioso proyecto Space-IX, centrado en ofrecer interconexión terrestre para operadoras de satélite.

En este sentido, explicó que operadores de satélites LEO -cuyas constelaciones se están expandiendo rápidamente, configurando una infraestructura similar a las redes terrestres-, necesitan conectarse a ecosistemas digitales terrestres para obtener un servicio de baja latencia. Además, las estaciones terrestres deben construirse cerca de los puntos de intercambio de Internet (IX) para aprovechar estos ecosistemas. Ante este panorama, Space-IX permitirá a los usuarios de Internet basado en el espacio acceder directamente a la nube, el contenido y las redes de aplicaciones, con una latencia mínima. Y es que, incluso en órbita, las redes deben interconectarse. Pero ese enrutamiento de datos debe ser eficiente y de baja latencia, “lo que requiere una interconexión de la red troncal, incluso entre operadores de redes espaciales(por ejemplo, Starlink, Project Kuiper de Amazon, Rivada…). Además, estas comunicaciones tienen mucho potencial: la interconexión espacial puede superar a la terrestre en largas distancias (1500-2000 km), debido a que el vacío permite que la luz viaje sin obstáculos, lo que podría desafiar los límites de la velocidad de la luz. Algo que repercute en una menor latencia, un valor cada vez más decisivo en las comunicaciones actuales y futuras que se encaminarán a acabar con los límites de la física hacer realidad la latencia 0.
Sobre este tema en particular, la conectividad espacial se antoja fundamental para la economía espacial emergente y se prevé que crezca de 630.000 millones de dólares (2023) a casi 1,3 billones de dólares en 2035, según el Foro Económico Mundial y McKinsey. Por ello, no es de extrañar que cada vez se pongan en marcha más proyectos de este calado, sobre todo con la revolución que supone la IA: “El espacio puede actuar como un centro de cómputo: los modelos de IA se pueden entrenar en órbita con abundante energía solar para energía y refrigeración”, especificó.
Una infraestructura lista para la IA… y más avances
Pero mientras se trabaja en esa conectividad con el espacio, hay otro avance que está poniendo a prueba la infraestructura actual: la inteligencia artificial en sus diferentes etapas. Así, en la fase de entrenamiento esta tecnología ingiere conjuntos de datos masivos, que exigen un gran ancho de banda; en la fase de inferencia aplica modelos para resolver tareas en tiempo real, lo que exige latencia ultrabaja, conectividad estable y tolerancia a fallos. En otras palabras, la IA requiere unas redes resilientes y que se tomen en serio la latencia.
Particularmente, Ivo mencionó el “Triángulo de inferencia de IA”, un ecosistema equilibrado entre modelos de IA, dispositivos conectados (IoT, edge) y tecnologías de transmisión (fibra óptica, 5G/6G, satélites LEO). Y aludió al nuevo estilo de peering para satisfacer las necesidades del nuevo Internet. El peering – la interconexión directa de redes a través de un Punto de Intercambio de Internet – será central para crear una infraestructura preparada para la IA para todos los casos de uso futuros. Pero, además de los grandes centros de conexión actuales, también será necesario contar con AI Exchanges en el Deep Edge, es decir, nuevos centros especializados en inteligencia artificial ubicados más cerca de los usuarios. Esto permitirá ofrecer productos y servicios basados en IA con tiempos de respuesta casi inmediatos. Por ello, la infraestructura de Internet del futuro se construirá en capas, combinando conexiones locales, regionales y globales que funcionen de manera integrada.
No obstante, la infraestructura también tiene que estar operativa para dar respuesta a otros desarrollos que están en el horizonte como el coche autónomo o los robots autónomos, así como aplicaciones muy exigentes actuales como las plataformas de streaming OTT, los juegos online o las aplicaciones financieras.