Autores: Real Academia de Ingeniería
El Informe que la Real Academia de Ingeniería presenta, por encargo de la Plataforma de Innovación de EuroCASE, la radiografía de la situación del tejido industrial europeo, donde recomienda destinar los esfuerzos y recursos hacia líneas productivas de alta tecnología para frenar la pérdida de terreno que Europa sigue experimentando frente a sus competidores: las economías emergentes.
El informe insiste en que el sector manufacturero es esencial tanto para recuperarse de la crisis como para posicionarse en la Tercera Revolución Industrial en la que ya estamos inmersos, que impone una nueva economía global y altamente competitiva. Pero al mismo tiempo advierte muy seriamente de que el tejido productivo tendrá que basarse en el conocimiento y orientarse prioritariamente a generar productos complejos de alto valor añadido. Todo ello en un escenario de escasez de recursos naturales y energéticos.
Según el académico de la RAI, el vicealmirante José Manuel Sanjurjo, autor del texto-base, “si bien la salida de la crisis aconseja, a corto plazo, frenar el deterioro de la base industrial existente, sería un error asumir que este tejido -que puede ser útil para mantener el nivel de empleo en las actuales circunstancias de emergencia- podrá sobrevivir: la futura economía exigirá enfocarse cada vez mas hacia la producción de componentes y productos de alto valor añadido y de sus servicios relacionados (High Complexity, High Value Manufacturing).Y esto exige transformar la base industrial europea de un modelo intensivo en mano de obra a otro intensivo en conocimiento”.
Ceder el sector productivo: un completo error
El Informe sobre Nuevos Modelos Industriales habla a las claras. La deslocalización de la producción hacia áreas con menores costes y cargas sociales de mano de obra, puesta en práctica por muchas empresas en las dos últimas décadas, ha tenido un doble efecto, creando primero un tejido industrial competidor y erosionando después nuestra capacidad de innovación tecnológica.
“La tesis de que era posible ceder el sector productivo a áreas geográficas de salarios más bajos y con menos cargas sociales reteniendo al mismo tiempo la capacidad de diseño y desarrollo en las metrópolis ha demostrado ser absolutamente errónea”, se afirma en el documento de la Real Academia de Ingeniería para EuroCASE. “Evidenciando el hecho de que cuando se cede la producción es sólo cuestión de tiempo que se pierda también la tecnología, el diseño y la capacidad de innovación”, explica el Informe.
A medida que se cierra el “gap tecnológico y científico”, lo que empezó únicamente como deslocalización de manufactura hace que nuestros competidores estén creando una base de I+D que puede competir en precios con los centros de producción europeos. Ello está propiciando que las actividades de Investigación y Desarrollo sigan el mismo camino que en su día siguieron las manufacturas.
La falta de espíritu emprendedor, el desinterés por las carreras técnicas, el envejecimiento de la población, la resistencia a los cambios o la falta de entendimiento de las consecuencias que trae consigo la revolución digital son otras causas estructurales, dice el Informe, que afectan a la pérdida de competitividad en Europa.
La pérdida de competitividad en cifras
– Antes de la crisis (2007) el sector manufacturero tradicional contribuía al 17,1 por 100 del PIB (GDP) de la economía de la UE y aportaba 22 millones de puestos de trabajo.
– De 1995 a 2007 había conseguido un sorprendente aumento de productividad del 46 por 100, a base de innovar productos y procesos y de deslocalizar eslabones de la cadena de valor a áreas de mano de obra más barata.
– La crisis ha causado una disminución de la producción del 10 por 100 y se han perdido más de tres millones de puestos de trabajo en el sector, lo que supone que la producción se retrotrajo a los niveles de los años 90 ¡más de una década de retroceso!
– Pero lo que resulta preocupante no son tanto estas cifras, aún siendo considerables, sino el hecho de que el efecto de la crisis coincide con una época de enormes transformaciones tecnológicas, de globalización de los mercados y de cambio de paradigma energético.
– Un efecto pernicioso de la crisis que afecta de manera especial a las pymes es la dificultad de las industrias de acceder a financiación. Esto es especialmente grave, cuando si se quiere mantener la posición competitiva en el mercado será imprescindible realizar inversiones en nuevas tecnologías e infraestructuras.
– En el periodo 2005-2012 el precio de la energía se incrementó en un 27 por 100 en la UE, aumento superior al que han experimentado nuestros principales competidores.
– A esto habría que añadir los costes indirectos que supone el cumplimiento estricto de los objetivos de reducción de emisión de gases invernadero para 2020 y 2050.