Autor: José Manuel Huidobro, Ingeniero de Telecomunicación
El pasado 2 de septiembre, y tras varias tentativas frustradas, la operadora británica de telefonía móvil Vodafone confirmó la venta a Verizon Communications (VC) de su participación del 45% en Verizon Wireless (VZW) por 130.000 millones de dólares (unos 98.000 millones de euros) en efectivo y acciones, lo que supone el tercer mayor acuerdo corporativo a nivel mundial, después de la compra de la alemana Mannesmann por Vodafone en 1999 por 203.000 millones de dólares, y la adquisición de AOL por Time Warner a cambio de 165.000 millones de dólares en el año 2000.
Esta operación, así como la reciente compra de Nokia por parte de Microsoft, muestra la debilidad de las empresas TIC europeas, que están perdiendo su hegemonía en un mercado muy fragmentado, debido a la competencia de otras empresas, al gran número de operadores europeos –más de 330 frente a 9 (AT&T, Versión, T-Mobile y Sprint y cinco MVNO) en EE.UU.– y a la compleja y cambiante regulación, que en nada favorecen las inversiones y el desarrollo del mercado. Si Europa lideró la 3G, es EE.UU. y Asia quienes lideran la 4G, con los gigantes europeos Vodafone y Telefónica tratando de protegerse de ser comprados, por ejemplo, por AT&T, creciendo en tamaño, mediante la compra de KDG y E-Plus (KPN) respectivamente, ambas en Alemania. Las conversaciones entre Vodafone y Verizon se remontan al menos a 2004, cuando Vodafone ofertó por el negocio de telefonía móvil de AT&T, un acuerdo que habría requerido vender su participación en VZW por razones de defensa de la competencia.
Vodafone obtiene 59.000 millones en efectivo, 60.000 millones en acciones de Verizon y otros 10.000 millones adicionales a partir de transacciones menores, como, por ejemplo, la venta del 23% que posee en Vodafone Italia por 3.500 millones de dólares, que llevarán el valor total del acuerdo a 130.000 millones de dólares.
Verizon Wireless se formó en el año 2000 como una joint venture entre la estadounidense Verizon Communications y la británica Vodafone, con un 55% y 45% del capital (90.000 millones de dólares), respectivamente. Desde entonces mucho se ha especulado sobre tal joint venture y han sido varias las ocasiones en las que una parte ha estado dispuesta a comprar a la otra, pero no se han puesto de acuerdo en el precio final hasta ahora, ya que la diferencia era sustancial. Ahora parece ser el momento adecuado para VZW, ya que los intereses empiezan a subir y la acción a bajar, con lo que más tarde el coste de la operación podría ser más elevado.
Una razón que impulsaba a Vodafone a vender su participación es la falta de control en Verizon Wireless y la ausencia de dividendos, ya que durante algunos años Verizon Communication no los ha repartido y sí, en cambio, utilizado las ganancias para amortizar deuda. Así, el reparto de dividendos durante toda la historia de la joint venture ha sido la siguiente: 2004: $3.4B; 2005: $2B; 2011: $10B; 2012: $8.5B; 2013: $7B, lo que supone que un total de: $17B para Verizon y $14B para Vodafone, lo que es aproximadamente $1,1B/año que ha durado la joint venture. Si consideramos la inversión inicial de Vodafone de $40.5B, los dividendos obtenidos y la revalorización de su parte, ello supone un CAGR de aproximadamente un 10%, lo que no está nada mal.
Reduce tamaño, gana en efectivo
La venta repercute en que Vodafone reduce en tamaño y rentabilidad, pero gana una inyección de efectivo que puede utilizar para amortizar deuda, realizar adquisiciones más pequeñas y las propias inversiones requeridas para actualizar y mejora su red. Es de prever que una parte se destine a reforzar su oferta convergente móvil, banda ancha, servicios de telefonía fija y televisión en Europa y en los mercados emergentes. Así, por ejemplo, ya ha anunciado una inversión en España de 1.000 millones de euros en tres años.
Esta venta tiene algunos “pros” y algunos “contras” para Vodafone. Por una parte, Vodafone sale del mercado americano, un mercado mucho más atractivo que el europeo –en plena crisis, con caída de ingresos y suscriptores–, con un gran potencial aún de crecimiento y de beneficios en lo relativo a móviles. Por otra parte, se enfrenta a pagar una alta cantidad en impuestos por la venta (5.000 millones de dólares), y a dejar de recibir el tan apetecible dividendo, para retribuir y mantener contentos a sus propios accionistas. Es por todo esto que el CEO de Vodafone, Vittorio Colao, se ha mostrado reticente hasta ahora, a pesar de sufrir una gran presión por sus propios accionistas y por el propio CEO de Verizon, McAdams, que en numerosas ocasiones ha mostrado, no solo su predisposición a tomar el control total de VZW, sino también su capacidad financiera para hacerse cargo de tal operación. La ventaja principal para Vodafone es que obtendría dinero para financiar otras operaciones en las que si tuviese control total.
Ahora resta por ver que hará Vodafone con este dinero. Mucho se ha especulado y no todo está cerrado, pero lo más probable es que parte de lo obtenido se destine a retribuir a los accionistas (84.000 millones de dólares, que representa el 71% del líquido obtenido), otra, 20.700 millones de dólares, vaya a reducir una parte de la deuda que mantiene el Grupo, y que a 31 de marzo de 2013 era de 27.000 millones de libras; otra, por importe de 9.300 millones de dólares destinada al proyecto Spring, y el resto que se vaya a financiar una parte de las adquisiciones que Vodafone está haciendo o se verá obligado a hacer para consolidar su posición en el mercado y adquirir un mayor tamaño, al objeto de evitar ser comprada por otro grupo más grande, como podría ser la americana AT&T, sobre lo que también ha habido muchos rumores últimamente, para entrar en el mercado europeo. Lo que no cabe duda es que esta disposición de efectivo pone a Vodafone en una situación ideal para posicionarse en Europa, donde saldría tremendamente reforzada.
La opción del cable
El reto más evidente que tiene ante sí Vodafone con el dinero que le llegará de EE.UU., y al que todo el mundo apunta, es a que se haga con algunas empresas destacadas del mercado del cable, además de la alemana KDG, o el ADSL, y entre a competir por la conexión a Internet en casa, ahora que las ofertas convergentes están tan a la orden del día. Entre las compras que Vodafone podría financiar con parte del “cash” que obtenga, se pueden encontrar los 10.000 millones de dólares que va a pagar por la reciente compra de Kabel Deutschland en Alemania, el primer operador de cable en dicho país con 8.5 millones de clientes, o incluso optar a comprar al segundo, Liberty Global, que tiene negocios en 12 países de la UE y un total de 25 millones de clientes. También se ha especulado con el posible interés por ONO y Jazztel en España, Fastweb en Italia, perteneciente al Grupo Swisscom, e incluso en África, en dónde se presentan algunas oportunidades –en concreto se ha especulado con Maroc Telecom, por un importe de 6.000 millones de dólares–, dado que es uno de los continentes con mayor crecimiento de usuarios móviles.
Centrarse en este tipo de operadores fijos es algo crucial para Vodafone, ya que su falta de competitividad en algunos casos –durante muchos años ha sido “sólo móvil”– ha estado motivada por la falta de una oferta convergente Fijo-Móvil (FMC), algo en lo que sus rivales, como Telefónica (con Fusión) y Orange la superan ampliamente y, hoy en día, el “fijo”, digamos la banda ancha fija (xDSL, fibra o cable), fideliza mucho más a los clientes que el móvil, ya que no es tan fácil cambiar de proveedor. Además, apostar por el negocio del cable daría a Vodafone armas para luchar contra los OTT (Over The Top), que ofrecen IPTV, tales como YouTube, Google y Apple, la oportunidad de introducirse en nuevos mercados y explorar nuevas fuentes de ingresos, en base a la distribución de contenido multimedia, una industria en la que el ARPU es mucho mayor que en la de los móviles.
También, Vodafone podría optar por comprar algún pequeño operador móvil en algún mercado emergente, o incluso en Europa, para reforzar su posición en algún determinado país (Yoigo, por ejemplo, en España, de manera similar a como ha hecho Telefónica en Alemania con la compra a KPN de E-Plus) y, por supuesto, invertir en su red tradicional (legacy network) a través del proyecto Spring, para apoyar el despliegue de las redes 4G y mejorar la experiencia de los clientes, algo crucial para mantener su posición en un mercado tan competitivo como es el de las telecomunicaciones.