La división Motorola Mobility España, adquirida por Google al fabricante estadounidense de dispositivos móviles y tecnologías de comunicación en mayo del año pasado, tiene los días contados. El gigante de Internet ha anunciado su intención de echar el cierre a la delegación de nuestro país a partir de diciembre de este año, una decisión que afectará también al resto de los países de la región EMEA exceptuando tres mercados concretos como son Alemania, Francia y Reino Unido.
A primera vista resulta paradójico que Motorola Mobility vea como se le apaga la mecha justo ahora que GFK refleja crecimientos, concretamente la sitúa entre los cinco primeros proveedores de telefonía en Europa en cuanto a ventas, destacando el buen impacto en el mercado de los dispositivos RAZR Maxx, Motolux y Defy+. A esto se une el caso concreto de España, donde Motorola Mobility provisiona terminales a operadores como Orange y Yoigo, había firmado un acuerdo para entrar en el catálogo de terminales de Vodafone y previsiblemente le suministraría a Movistar dos terminales para la campaña de Navidad.
Parece ser que en Google ha pesado más la imagen exterior de España que las cuentas concretas de la filial. Al margen del peso de la crisis económica en nuestro país también ha hecho mella el hecho de que la cuarta generación móvil, LTE, tan cacareada y en la que han invertido los operadores no se esté desplegando tan rápido como se calculaba hace tan solo dos años. Es más, está todavía en pañales. Hasta ahora Movistar, Vodafone y Orange han hecho grandes anuncios sobre la inauguración de cobertura de 4G móvil en las principales urbes españolas pero la realidad es que ésta solo es efectiva en núcleos concretos de Madrid, Barcelona, Valencia y poco más. El resto de la oferta móvil se limita a dar cobertura centrada en 2,6 GHz y el objetivo del gigante de Internet es apostar a caballo ganador, es decir, por dispositivos inteligentes y de última generación, que son los únicos que están creciendo como la espuma.