Autor: José Manuel Armada, director de Ingeniería de Clientes en Interoute Iberia
El sector de las comunicaciones móviles tiene ante sí su mayor desafío de los últimos 15 años. De su desenlace va a depender la configuración de todo el sector durante la próxima década y quizá también el detonante de nuevos procesos de racionalización y consolidación. Ante la apremiante necesidad de entender cuáles son las soluciones ideales desde el punto de vista del manejo de datos, los responsables de tecnología de las empresas van a experimentar cómo sus presupuestos de inversión y de costes operativos se ven sometidos a una vigilancia cada vez más estrecha y deberán tomar decisiones audaces sobre los elementos de la cadena de valor que les interesa mantener dentro de la empresa y los que pueden externalizarse.
Para afrontar el crecimiento de la capacidad, sería necesario ampliar las estaciones base, probablemente con tecnología LTE, lo que a su vez acabará propagando la necesidad de ampliar la capacidad tanto a los centros de conmutación de servicios móviles (MSCs) como a las conexiones entre ellos, contemplando la posibilidad de derivar el tráfico IP a redes externas lo antes posible.
A medida que aumenta la demanda de capacidad, crece también la cantidad de personal necesaria para gestionarla. En el mundo de las telecomunicaciones, la principal motivación de la externalización suele ser la búsqueda de un ahorro económico, pero la decisión acerca de lo que ha de externalizarse suele venir determinada por motivos técnicos, geográficos o estratégicos.
La externalización técnica tiene lugar cuando el operador no dispone del personal necesario para operar de una manera profesional una red basada en líneas fijas, ya sea nacional o internacional. En este caso, debe plantearse si prefiere contratar el personal adicional necesario para gestionar su solución o le resulta más rentable y rápido externalizarla. El objetivo de este tipo de externalización es garantizar que el operador pueda seguir dedicando sus esfuerzos a las tecnologías en las que se ha especializado, delegando la gestión de sus redes de conectividad y de su capacidad subyacente en otra empresa más capacitada para el suministro de soluciones basadas en líneas fijas.
Hablamos de externalización geográfica cuando el operador carece del volumen o la capacidad técnica necesarios dentro de una determinada región. También en este caso surge la disyuntiva entre contratar personal adicional o externalizar todo el servicio, y los factores que condicionan la decisión suelen ser similares a los que se aplican en el caso de la externalización técnica.
Finalmente, el outsourcing estratégico se produce cuando el operador desea reafirmar su orientación estratégica, o cuando pretende acometer un cambio de rumbo. Existen varios casos en Europa de grandes operadores de redes fijas que entraron en el mercado europeo de ancho de banda a finales de los noventa y han acabado decantándose por el mercado de servicios, por lo que prefieren delegar todo el control de sus redes europeas en otros operadores, que les ofrecen unos precios por MB más agresivos y la libertad de poder ofrecer aquellos servicios que mejor se adapten a sus nuevas estrategias. Este cambio de estrategia suele tener lugar en períodos de grandes transformaciones en el mercado, precisamente como las que estamos presenciando actualmente en el sector de los operadores móviles. ¿Sabremos aprovechar lo aprendido?